11 de agosto de 2020

GEOPOLÍTICA PROFUNDA DE UNA PANDEMIA MANUFACTURADA

 

Mark Twain afirmaba en su autobiografía, quizá parodiando el mitológico complejo de Cassandra, que “Es más fácil engañar, que convencer a alguien que está siendo engañado”.

Justo en el momento que los pueblos deciden utilizar las redes virtuales para concertar manifestaciones reales y multitudinarias en las calles del mundo, con el fin de expresar hondos desacuerdos y rechazos a las disposiciones de sus respectivos gobiernos y dicho ejercicio los percata, como nunca antes en la historia, de entender en manos de quienes reside el legítimo poder, sobrevino el primer virus de alcance global y sin aparente cura del nuevo milenio.   

Así tal vez, el aislamiento social llegó de súbito al auxilio de los grandes poderes para dispersar de tajo a las reclamantes masas en más de 25 países del mundo. Por lo que era necesariamente conveniente que no fuera el descontento de la población mundial lo que atravesara fronteras tan rápidamente, sino que en su lugar lo hiciera una enfermedad capaz de confinar a la resignación y de reducir los ánimos al ámbito domiciliario, con miedo incluido.    

Este marco ha suscitado una alfaguara de teorías conspirativas o conspiranoicas que giran en torno a los temas más recurrentes en la materia: el Nuevo Orden Mundial, los efectos de las vacunas, el microchip en humanos, la deliberada reducción demográfica, los intencionados desplomes económicos, la inteligencia artificial y la tecnología 5G, las pandemias artificialmente urdidas, entre otros.

Pero la evidencia geopolítica de los hechos prorrumpe inequívoca a manera de comprobación científica. La geopolítica entendida como la ciencia y la estrategia que aplican las potencias globales para proyectar sus intereses sobre todos los espacios geográficos del planeta, ha sido el instrumento catalizador del orden internacional, del orden mundial y del Nuevo Orden Mundial (categorías interrelacionadas pero distintas); siendo este último –oficialmente proclamado desde la Liga de las Naciones hasta nuestros días-, el que busca redefinir el rol esencial del Estado-Nación para la implantación de un régimen totalitario de gobierno y control global, hecho que ya tiene sus puntales en los actuales organismos supranacionales en materia militar (OTAN), política (CFR, ONU, UE), económico-comercial (Sistema Bretton Woods: FMI, BM, OCDE, FED, OMC), de salud (OMS), judicial (CPI), educativa (UNICEF), laboral (OIT); todo bajo la manipulación de los medios de desinformación y la tiranía cibernética de los gigantes tecnológicos. A manera ejemplo, uno curioso: en 1921 se funda en los Estados Unidos el Council on Foreign Relations (CFR), con la destinación específica de establecer un gobierno mundial absolutista. 

Visto de esta manera, el Nuevo Orden Mundial dista de ser una mera teoría conspiranoica de orden popperiana, para convertirse en una meta cuyos objetivos son acelerada y fácilmente cristalizados a partir de una pandemia planeada de manera metódica que, bajo el argumento de la salvaguarda de la salud humana, es en realidad una estrategia de ingeniería social y control mundial, totalmente justificable. Aclaro: el virus sí existe y es real su contagio, tan real como fabricada es la pandemia.   

El más importante indicio científico que tenemos de la manufactura pandémica, está en el análisis realizado al genoma del Covid 19 por parte del virólogo, biólogo y médico francés Luc Montagnier, quien concluyó de manera categórica que el virus SARS-CoV-2, que causa la COVID-19, fue creado en el laboratorio de Wuhan insertando en un coronavirus genes del VIH-1 (el virus del Sida), además de propiedades para propagarse a mayor velocidad y distancia de lo normal, producir cuadros asintomáticos (lo que aumenta la posibilidad de contagio) y la condición de no generar inmunidad. Es decir, el virus fue modificado artificialmente como la versión recargada del SARS de 2003, por lo tanto, es manufactura humana y no responsabilidad de los murciélagos, cuya colonia más cercana a Wuhan se encuentra a 900 km de distancia y no en el mercado público, respecto del cual a estas alturas no se entiende por qué, si fue el foco de la pandemia, no fue clausurado y sellado para siempre como medida de salud pública y antes sigue funcionando.  

Relevante es acotar que el doctor Montagnier fue ganador del Premio Nobel de medicina en 2008 por participar en el descubrimiento del virus del sida (VIH) y además es un destacado opositor de las vacunas obligatorias para los niños. Lo que le ha granjeado la animadversión oficialista de la comunidad científica internacional.

Y llama la atención que el hijo del jefe de la International Planned Parenthood y a su vez nieto de un destacado miembro de la sociedad Eugenésica americana, quien no es virólogo, ni científico, ni médico, ni biólogo, sino experto en pandemias informáticas, sea precisamente el precursor de las vacunas globales, un “desinteresado” financiador de la OMS y además una reconocida autoridad de lujo en esta crisis de salud mundial. De manera muy conveniente a partir del año 2009, la OMS definió pandemia así: “Se produce una pandemia de gripe cuando surge un nuevo virus gripal que se propaga por el mundo y la mayoría de las personas no tienen inmunidad contra él”.

En términos rigurosamente científicos, epidemia es una enfermedad infecciosa que se establece en casi la totalidad (en más de un 80%) de una población y pandemia es cuando dicha enfermedad epidémica traspasa las fronteras y se propaga mundialmente (de ahí el prefijo “pan”). De lo que se colige que técnicamente no nos asiste un evento pandémico y con el agregado de que el 85% de población es asintomática y que del 15% restante que es el que se llega a enfermar, el 90% se recupera con aislamiento, por tanto, la vacuna no es necesaria y menos en un virus que según la narrativa oficial, muta cada tres meses. De todo esto derivamos la artificiosa necesidad de justificar una pandemia global como la declarada por la OMS el pasado 11 de marzo del presente año.

Desde la turalemia, considerada la primera arma biológica que fue empleada por los Hititas hace unos 3.500 años, hasta nuestros días, los virus se siguen utilizando a modo de bioarmas, a pesar que el Protocolo de Ginebra de 1925 prohibió el uso de armas bacteriológicas y químicas, pero no impidió ni su producción ni su investigación, por lo que el proceso conocido como enriquecimiento de virus se sigue usando con fines bélicos.

En este orden, el virus SARS, que es una de las especies que integran el género corona virus, ha sido estudiado desde hace 20 años en varios laboratorios del mundo, incluyendo grandes grupos de científicos del orden público y privado en los Estados Unidos. Pero en el 2011 se prohíbe en este país el enriquecimiento de virus (medida que ya fue levantada con restricciones) y se traslada el proceso a Wuhan en China, que es un gran campo de experimentación y cuyas mega corporaciones médicas, biológicas y farmacéuticas, son aliadas de sus homólogas de occidente. 

Es de importancia dorsal conocer que el instituto de Wuhan es uno de los clústers biotecnológicos más importantes del mundo y no se dedica a la investigación médica sino militar con fines bioguerreristas. De tal manera que este laboratorio propiedad de grandes fondos privados tanto gringos como chinos, nos ha recetado un virus calculadamente diseñado que funge cual plataforma para plasmar en la realidad objetiva, hechos y efectos que hasta hace menos de un año eran considerados impensables y propios de la ficción conspirativa: la reducción demográfica de corte eugenésico y malthusiano, el desplome económico que ya empuja a las capas productivas al sector de la pobreza, a los pobres a la miseria y a los países a la quiebra por cuenta de la cuarentena generalizada, la virtual desaparición del modelo westfaliano del Estado-Nación, la dependencia de la inteligencia artificial y la biotecnología chip, todo enfocado a la pérdida de las libertades individuales para el control total.

Como efecto principal, la pandemia ha sido enfocada de forma más que eficiente en desnudar las debilidades y limitaciones del sistema social y de salud de las naciones, el paso siguiente será, según la actual narrativa estandarizada, empujar a los pueblos a reclamar como nuevos derechos la renta básica electrónica universal, las vacunas obligatorias y un sistema digital de identificación y beneficios de molde socialista, todo esto administrado por un gobierno supranacional (de corte stalinista) que a la vez nos garantice mínimamente el acceso en condición de calidad a la salud y a la seguridad alimentaria.

Será que a todo esto se refería David Rockefeller cuando afirmó que Estamos al borde de una transformación global. Todo lo que necesitamos es una oportuna crisis grave y las naciones aceptarán el Nuevo Orden Mundial”. Basta con revisar a quiénes beneficia esta pandemia para establecer el palmario reflejo de la geopolítica profunda, subrepticia, la misma que estableció como antesala a las dos guerras mundiales, una crisis económica a gran escala –la de 1907 y 1929-; nos abocan de lleno a la tercera gran crisis en la materia, ¿se mantendrá la tendencia?.

¿Qué hacer?, en primera instancia enfatizo y reitero que el virus es una realidad tangible y acechante de la que debemos cuidarnos y tomar las medidas necesarias de orden emocional, físico y sanitario. En segundo rango, evitar las noticias de los medios oficiales de desinformación para conjurar el veneno y la psicosis que se afanan en propagar y, por último, insto a investigar, consultar, auscultar y a leer con atención el decurso de los hechos para tomar decisiones de índole personal, familiar, laboral, etc., basadas en el discernimiento y la sensatez; pues es más fácil y cómodo rechazar que comprobar.

Eterna gratitud para todos los cuerpos de salud de los hospitales y clínicas del mundo, que a diario defienden nuestras vidas arriesgando las suyas; mi mayor consideración para quienes han perdido seres queridos, como humanos, nos duelen, para ellos, solo representan estadísticas de la marcha de un plan. No me cabe duda que en la actual distopía dada por los determinadores del rumbo mundial, el virus, somos nosotros.

 

PD: Invito a consultar el estudio titulado «Escenarios para el Futuro de la Tecnología y el Desarrollo Internacional», realizado por la Fundación Rockefeller en alianza con la Global Business Network en 2010. Plantea psico-escenarios que calcan la actualidad.

POR: 

ARTURO VELÁZQUEZ