Aunque la idea ya había sido probada ampliamente en laboratorio, una compañía británica se ha convertido en pionera de la producción para fines comerciales de una tecnología revolucionaria que muchos piensan que podría resolver la crisis energética, así como ayudar a reducir el calentamiento global mediante la eliminación de dióxido de carbono de la atmósfera.
Se llama Air Fuel Synthesis, y ha producido cinco litros de gasolina desde agosto pasado, cuando pusieron en marcha una pequeña refinería que produce la gasolina a partir del dióxido de carbono y vapor de agua.
La compañía espera construir en el plazo de dos años una planta comercial más grande capaz de fabricar una tonelada de gasolina al día. Asimismo, tiene previsto producir combustible para aviación.
“Suena demasiado bueno para ser verdad, pero es cierto que lo están haciendo y he estado allí y lo he visto yo mismo” afirma al diario The Independent Tim Fox, responsable de energía y medio ambiente en la Asociación de Ingenieros Mecánicos Británicos, en Londres.
La tecnología ha sido presentada precisamente en una conferencia de ingeniería en la capital inglesa esta semana, e implica tomar dióxido de carbono del aire y mezclarlo con hidróxido de sodio para pasar el carbonato de sodio resultando por una electrólisis, obteniendo dióxido de carbono puro.
El hidrógeno se produce por su parte por electrólisis de vapor de agua capturado con un deshumidificador. Tomando pues el dióxido de carbono del aire, el hidrógeno del agua y, usando electricidad para la electrólisis, estos elementos sirven para producir metanol, que a su vez se hace pasar a través de un reactor de combustible para crear gasolina.
El combustible que se produce puede ser usado en cualquier depósito de gasolina normal y, si se utiliza energía renovable para generar la electricidad, la producción podría llegar a ser “completamente neutra en carbono”.
Este proyecto, de 1,1 millones de libras de presupuesto durante los últimos dos años, está siendo financiado por un grupo de filántropos anónimos que creen que la tecnología podría ser una buena (y lucrativa) manera de crear energía renovable.
Por ahora el proceso se considera demasiado caro para ser comercialmente viable, pues la extracción de una tonelada de dióxido de carbono cuesta alrededor de 400 libras. Sin embargo, la empresa quiere tener en menos de 15 años una enorme refinería funcionando al mismo nivel que las convencionales de combustibles fósiles.
Pero mientras que este sistema cuenta con el respaldo de la institución británica de los ingenieros mecánicos, todavía tiene que captar el interés de las grandes compañías petroleras. Y, por supuesto, el del resto de actores en esta película medioambiental; porque ser capaz de capturar el dióxido de carbono del aire significa la eliminación eficaz del principal gas de efecto invernadero resultante de la quema de combustibles fósiles, el Santo Grial de la emergente economía verde.
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