Es difícil fijar en la memoria política del país, una
campaña que haya hecho gravitar en torno a sí misma, tanta cantidad de
politiqueros, y esa es precisamente la admirable capacidad del uribismo: plegar
a su favor toda la plaga política que ha hecho de Colombia un desastre para sus
ciudadanos y una mina de inagotable saqueo que no termina de saciar los voraces
intereses de la leprosa clase dirigente. Una vez más demuestran que cuando se
trata de beneficiar al pueblo en temas como la paz, los impuestos, la
generación de oportunidades y el desarrollo para todos, nunca se ponen de
acuerdo y se enfrascan en inquinas interminables, pero cuando se trata de
permanecer en el mando, su psicopatía por el poder los junta con facilidad
suma.
Qué fácil olvidan sus acólitos que Duque aceptó el
karma de ser el nuevo muñeco de altavoz porque Zuluaga, el ungido original, se
descalificó él mismo cuando viajó a Brasil como candidato presidencial a
untarse de la mermelada de Odebrecht, viaje al que invitó al propio Duque para
que aprendiera cómo se hace la politiquería, por lo que este joven talento ya
tiene experiencia para asumir la presidencia y los más grandes asesores en
clientelismo y corrupción.
Así, el presidente electo, cegado por la llegada al
poder, no ve el karma que se ha tirado encima, y ya untado de las escamas y del
vaho de toda esta plaga -en la que resaltan tres de los peores expresidentes de
Colombia-, no alcanza a avisorar que a estas alturas del despropósito, la peor
forma que tiene de perder es que precisamente haya ganado, empezando porque no
tiene caudal electoral propio sino el endosado por el jefe de su colectividad,
lo que deslegitima su elección, deja completamente empeñada su independencia y
autonomía y se acredita el deshonroso título de ser el presidente que
representa, visibiliza y junta, a la peor plaga política que ha postrado al
país en los lodos del atraso, de la violencia, del odio, de la exclusión, de la
inequidad, de la mentira, de la ignorancia y de todas las formas de ignominia
posibles.
En esa línea, todo el veneno de la putrefacta
maquinaria que lo impostó en el poder, le presionará hasta los tuétanos para
acceder cuanto antes al usufructo de lo público, con el agravante que algunos
llevan 8 años de ayuno y requieren urgente de esa morfina. Esta circunstancia, seguro
le dará al pupilo la posibilidad de superar a su maestro y arrebatarle a este
último el título que le endilgó el periodista Juan Gabriel Vásquez cuando lo
tildó, con suma razón, de ser “el líder del
gobierno más corrupto de la historia reciente”.
Acto seguido, está obligado a garantizarle al gran
capital, la continuidad del deletéreo tipo de confianza inversionista que
predica e impone su jefe, lo que profundizará muchísimo más la inequidad tributaria,
el modelo extractivista megaminero, la desregulación laboral -que vendrá con la
desaparición de las horas extras, de las indemnizaciones y demás derechos
laborales-, la entrega definitiva del campo al agronegocio internacional (el
esquema de la Ley ZIDRES: implica la verdadera expropiación del derecho de los
campesinos de acceder a la tierra) y no habrá reforma de fondo para los
usureros negocios de las pensiones -habrá aumento de la edad y serán
privatizadas en su totalidad-, ni de las EP´s, que en vez de promover la salud,
tienen a su haber 1´240.000 decesos causados en 20 años, casi un 80% más de los
muertos directos que produjo el conflicto armado en 60 años.
Este Estado colonial, rentista, de economía de
bolsillo y hereditario a favor de la plaga que lo regenta, que lleva 200 años
ininterrumpidos acumulando desmanes, miseria e injusticias y que tiene como
resultado el deterioro de la capa social y económica del país y todos los
índices de desprotección hacia el ciudadano, ha configurado una bomba humana y social
subrepticia, inminente, que podría detonar sin precedentes en las manos de
Duque, durante el tercer gobierno Uribe. Pero no sin que antes le toque sortear
el desenlace judicial del prontuario de muchos de sus copartidarios, por lo que
preocupa las modificaciones profundas que ha prometido para la JEP y así
garantice que a esta jurisdicción no comparezcan, en aras de la verdad y la no
impunidad, todos los victimarios de la guerra independientemente de la orilla
ideológica e investidura.
Durante la segunda vuelta, nada de esto se expuso para
el análisis y reflexión de la opinión pública, pues mientras la trivialidad
pusilánime de los medios sin independencia, instigaron con preguntas insidiosas
y mal intencionadas a la campaña contraria, al candidato de la plaga le dieron
espacio para hacer su show de nimiedades: tocar marimba, bailar salsa, hacerse
el piadoso y dar conciertos. Eso sí, muy a la usanza del líder de la manada,
rehuyó a los debates, con lo que aplicó la táctica de tirar la mentira y
esconder la cara.
Con este tercer gobierno de Uribe, se le da la
bienvenida a la desaparición de la clase media y a la consumación de todos los
desmanes y los despropósitos. Duque no calculó su decisión: asumirá todo el
karma acumulado de 200 años de gobiernos inefables.
Por
Arturo Velazquez
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Arturo Velazquez