20 de abril de 2017

EL BOGOTAZO DE LA CÍA




El año 1948 -tres años después de la II Guerra Mundial-, representó para el mundo contemporáneo, una serie de sucesos que determinaron el soterrado e insospechado rumbo por el que es conducida la humanidad: la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el Plan Marshall a favor de la Europa de la posguerra, la creación de la OEA, la constitución de la Organización Mundial de la Salud, el asesinato de Gandhi, la fundación del Estado de Israel, el bloqueo de Berlín y el consecuente inicio de la Guerra Fría y, los primeros pasos para las actuales OTAN y la Unión Europea.

En ese año de inusitado movimiento geopolítico, también tuvo ocurrencia uno de los hechos más inesperadamente urdido por los intereses globales y globalizadores: el magnicidio del líder colombiano Jorge Eliécer Gaitán Ayala, acaecido un 9 de abril; asesinato metódicamente planeado para que a su vez fuera el detonante marco de la primera acción de la guerra psicológica de la Cía contra América Latina: el Bogotazo. Así fue, Colombia y la Bogotá de los años 40, sirvieron de escenario para el estreno a nivel occidental de la Cía en la guerra fría. Lo que ratifica el periodista y escritor Servando González en un reciente libro suyo de 2012: “el Bogotazo fue el suceso que inició en el hemisferio occidental, una operación de guerra psicológica de enormes proporciones: la llamada Guerra Fría”.  

El 9 de abril de 1948 fue un día aciago para Colombia, con el crimen de Gaitán se asesinó la posibilidad de construir de una vez por todas un proyecto de nación auténtico, orientado por el hilo de nuestra propia historia, de nuestro propio horizonte y con nuestra propia gente. Gaitán proponía un modelo de Nación apropiado para el País y consecuentemente adverso a los intereses del poder internacional, que sintetiza su esquema dominante en el llamado Nuevo Orden Mundial (NOM); ese poder subrepticio de presencia global que rige los hilos del mundo: divide y constituye países (Panamá, el Medio Oriente, los Balcanes; los ejemplos cunden), decide presidentes, define modelos económicos, recorta libertades, genera guerras, conflictos y atentados de falsas banderas, crea pandemias y posiciona sus falacias en la mente de los pueblos por sus medios masivos de desinformación. Este mega monstruo se sintió gravemente amenazado por un hombre lúcido, auténtico, poseedor de una clarividencia propia de los hombres virtuosos, dueño de una fuerza interior que le permitió irrumpir con vehemencia en el decurso de los hechos, para insertar a un pueblo invisible en la historia y convencerlo de la grandeza de su alma. Su calado en el corazón de la gente, desmoronó los postulados de la psicología de masas y desafió para siempre la sociología moderna. Lo suyo fue mucho más allá, y la marcha del silencio reveló la indisoluble sincronía entre el caudillo y sus seguidores. Con Gaitán al frente, el pueblo colombiano no era una masa dócil para el Nuevo Orden y, por supuesto, este no hubiera tenido la oportunidad de controlar el país y sus recursos estratégicos.

La nacionalización de la banca, la estatización de los servicios públicos y una reforma agraria estructural y profunda, fueron tres de las propuestas fundamentales del gaitanismo que llegarían a la presidencia; esto constituía un palo en la rueda para los intereses de la política global, por ello desataron sobre Colombia todo un entramado internacional impensable, calculado de tal manera que pareciera imposible, y es así como las dos facciones hermanadas siempre a la sombra: la izquierda y al derecha, fraguaron el Bogotazo. La Cía, siguiendo órdenes de la CFR, reclutó a Fidel Castro a comienzos de 1948 y lo envió a Colombia como agente instigador para participar en el Bogotazo y en el asesinato de Gaitán. El mejor homenaje para reivindicar la memoria de un verdadero Gran Colombiano, es develar la terrible impostura que los hermanos secretos de la izquierda y la derecha, tejieron para asesinar la conciencia de un pueblo. Esta ha sido su estratagema desde siempre, y la humanidad inocente, tragose irreflexivamente el anzuelo.


Por:
Arturo Velásquez
Consultor Internacional de Organizaciones Sociales.
Investigador.

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