El
hecho concreto de que las sociedades y países fueran abocados (con b,
no con v; ya que dicho dolo trascendió el ámbito jurídico) a abandonar
la agricultura y la producción de artesanías de autoconsumo para pasar a
depender de manera omnímoda de la producción en serie a escala de industria, es
lo que se denomina como revolución industrial, proceso surgido en Gran Bretaña
cuyo primer período se dio entre 1760 y 1840 y que está configurado por un
fatal tridente en orden de precedencia: 1. El sistema bancario, 2. La
producción tecnificada y 3. La comercialización indiscriminada de bienes y
servicios.
Pero
lo que en realidad ha significado la revolución industrial, es que se convirtió
en el subterfugio necesario para convencernos que dicho fenómeno introdujo por
fin el desarrollo y el progreso en la vida humana, y así ocultar lo que
realmente significa: que el progreso es la excusa para el desarrollo del caos,
la decadencia moderna de la civilización, dado sus desastrosos resultados que
nos han llevado a límites como el de explotar madera a mayor velocidad de la
que los árboles se puedan recuperar, extraer o contaminar las fuentes hídricas
más rápido de lo que los acuíferos se alcancen a reponer, a emitir CO2 al doble
de lo que la naturaleza pueda absorber y que un país no industrializado como
Colombia, genere 26 mil toneladas de residuos sólidos diarios; un sistema que
produce basura nueva y etiquetada en serie para ser consumida por millones de
trabajadores y compradores, a quienes nos hacen creer que pagamos con dinero,
lo que en realidad compramos con la energía y horas de vida que nos consumen a
diario para obtenerlo.
Con
la revolución industrial se introdujo la globalización, que es el hecho
concreto de considerar el planeta entero con todas sus especies -entre esas la
humana, principalmente-, como un producto de compra-venta y a la vez como un
solo mercado global (de ahí su nombre) de libre intercambio comercial de
bienes, servicios, trabajo y capital. El mecanismo para cristalizar la
globalización son los Tratados de Libre Comercio (TLC´s), y fue la Revolución
Francesa financiada por la misantrópica familia judeoalemana Rothschild -con su
mascarada de derechos revestidos de libertad, igualdad y fraternidad-, la que
insertó el Estado leseferista del libre comercio, lo que abrió la puerta a que
los modernos TLC´s saqueen países enteros sin dios ni ley, esto es, el expolio legalizado
de sus recursos minerales y la quiebra de las micro, pequeñas y medianas
empresas nacionales. Ahora, el drama que se cierne sobre Colombia se puede
avisorar en los 16 TLC´s firmados entre los gobiernos Uribe y Santos, que
globalizaron la entrega de la nación a favor de más de 55 países,
teniendo en cuenta que algunos de dichos tratados han
sido convenidos con bloques regionales como la Unión Europea y la Alianza del
Pacífico.
A
esto se suma el Acuerdo de comercio en servicios -TISA- (por su sigla en
inglés), fraguado en el mayor secreto por 50 países y que ha quedado en evidencia gracias a WikiLeaks como un
arma de las transnacionales para la dominación financiera global, busca la privatización absoluta de todos los servicios públicos
o de utilidad pública, bajo la concreción de un mercado de jurisdicción
supranacional libérrimo, sin barreras constitucionales, jurídicas, arancelarias
y financieras, y lo peor, una vez firmado, ningún país podrá sustraerse de
tales compromisos, lo que atiza la tiranía para que los arquitectos del Nuevo
Orden (caos) Mundial, asuman el control absoluto de las naciones, cumpliendo
así el Protocolo N° IV de los sabios sion. Conspiración
patrocinada por empresas como JP Morgan Chase and Company, Microsoft, Walmart,
Fedex, Visa, entre otras.
Hoy,
la globalización y sus instituciones (FMI, BM, BID y OMC) son la cabeza de oro
de uno de los cinco poderes que someten al mundo y crucifican al ser humano en
la mátrix de dicho sistema de muerte: el económico, el religioso, el político,
el militar y el de los medios de comunicación que enquistan en la mente humana,
toda esta mentira y barbarie que ‘a-TISA’
la Globalización Industrial.
Por:
Arturo
Velásquez
Consultor
Internacional de Organizaciones Sociales.
Investigador.
Una gran verdad que ya no se puede seguir ocultando, el nuevo orden mundial es inminente.
ResponderBorrarExcelente pluma.
Muy bueno el articulo, recordemos que detrás la globalización vienen aplicando las estrategias de manipulación mediática que cita Noam Chomski , muy disimuladamente hacen sus diabluras en contra la humanidad
ResponderBorrarGracias por la excelente exposición. Es hora de despertar...tocar corazones, mentes y consciencias para generar un cambio en la humanidad!
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