Es difícil reconocer que somos
seres universales dotados con un cuerpo, una mente, un espíritu y un alma,
substancias que hacen del hombre un ser perfecto, y es difícil reconocer esta
parte porque a duras penas solo somos “consientes” de lo que es físico, nuestra
razón de vivir sumida en la cotidianidad de los trabajos, los hijos, los
estudios, “las diversiones”, los lujos, las dificultades etc, no nos dejan ver
más allá de lo que nuestros ojos pueden ver.
Fue desde la fecha de 1492 que se
nos empezó a inculcar ese estilo de vida completamente diferente al que
estábamos acostumbrados en estas tierras de américa latina, ese estilo de vida
se logró establecer con muertes, ultrajes, violaciones, guerras, de más de 72
millones de nuestros ancestros indígenas, el mayor holocausto ocultado ante los
libro de la pequeña historia que conocemos; acá en las tierras del Tahuantinsuyo
como era el nombre de américa latina (antes de la llegada de Cristo-bal Colón), cuyo significado
oriundo del quechua era tawa: cuatro,
ntin: junto, conjunto y suyo: estado, Tahuantinsuyo =
Cuatro estados juntos, refiriéndose a que su civilización se desplegaba por los
4 puntos cardinales, en donde se vivía en complementa conexión con la naturaleza y sus 4 estaciones y 4
elementos, además se establecieron 4
leyes que era estandarte de todo ese territorio: La Equidad, La
complementariedad, La reciprocidad y El comunitarismo, leyes que lograron
establecer parámetros de convivencia estables para todos los integrantes del
territorio.
El legado del Tahuantinsuyo se
fue perdiendo a medida en que la colonización iba apoderándose del territorio,
sin embargo siempre han habido personajes que nos hacen sentir ese deseo de
JUSTICIA que tanto necesitamos los latinoamericanos, personajes como José
Gabriel Cóndor Canqui que vivió en el siglo XVIII, en donde su prestigio entre
los indios y mestizos le permitió encabezar una rebelión contra las autoridades
españolas del Perú en 1780, y fue tal la incidencia de éste personaje en el
Perú contra la colonización española que cuando lo lograron capturar tuvo que
ver cómo eran asesinados su esposa e hijos, y además de ver esto y encontrarse
en el lecho de muerte, dijo lo siguiente: “volveré y seré MILLONES” millones, que seremos si entendemos, que en
nosotros habita ese guerrero, que pide salir para acabar con todo toda esa
injusticia que se vive en nuestros días.
Y es una JUSTICIA que reclamó el
caudillo colombiano Jorge Eliecer Gaitán al entonces presidente Mariano Ospina
Pérez, cuando dijo en la oración por la paz: “Señor
Presidente: Esta enlutada muchedumbre, estas banderas negras, este silencio de
masas, este grito mudo de corazones, os pide una cosa muy sencilla: que nos
tratéis a nosotros, a nuestras madres, a nuestras esposas, a nuestros hijos y a
nuestros bienes, como querríais que os tratasen a vos, a vuestra madre, a
vuestra esposa, a vuestros hijos, a vuestros bienes”. Gaitán entonces,
advierte lo siguiente a la tiranía de aquella época “Os pedimos que no
creáis que nuestra tranquilidad, esta impresionante tranquilidad, es cobardía.
Nosotros, señor Presidente, no somos
cobardes: somos descendientes de los bravos que aniquilaron las tiranías en
este suelo sagrado. Pero somos capaces, señor Presidente, de sacrificar
nuestras vidas para salvar la tranquilidad y la paz y la libertad de Colombia”,
dejando claro que al momento de que pidamos JUSTICIA en esa tranquilidad
y equilibrio de nuestras mentes y espíritus, no estamos siendo cobardes, nos
recuerda que tenemos en nuestras venas, sangre que desde hace siglos pide
TRANQUILIDAD (armonía), PAZ y LIBERTAD (amor), tres condiciones que nos
llevarían de nuevo a ese legado de nuestros ancestros, que nos permitiría vivir
en ese mundo nuevo que tanto añoramos. “Yo no soy un hombre, soy un pueblo”,
enseñanza que nos deja claro, que cuando un hombre se logra levantar en
conSciencia, tiene la fuerza de todo un pueblo, que tiene la capacidad de hacer
real, ese nuevo mundo.
LIBERTAD que también reclamó
Antonio José De Sucre cuando dijo: “Cuando la
América española se fue al campo de batalla a guerrear por su emancipación, por
su independencia, entendió que lo hizo también por la equidad. Libertad y equidad,
ambas –dijo-, hermanas inseparables. La una, la primera, la independencia, no
tendría sentido sin la segunda, la equidad”, sin duda alguna dos
condiciones que vemos lejanas en estos tiempos de tiranías y desequilibrio, por
lo cual se hace necesario refrescar memorias para activar de nuevo esa esencia
que nos permitió vencer en aquella época a los españoles y conseguir esa
libertad.
Así entonces es necesario hablar
también de Simón Bolívar; Hombre que con su estructura mental, espiritual y
militar, logra independizar 5 naciones, Venezuela, Colombia, Ecuador, Panamá y
Bolivia. Personaje que tuvo una historia particular, en donde al nacer, su
madre muere, y quien lo cría y lo amamanta es la negra Hipólita; y en el
proceso de la lactancia a Bolívar le muta el código genético que él trae, por
la genética de Hipólita cargada de sed de JUSTICIA Y LIBERTAD ante la opresión
de aquella época. Sabemos que la leche materna es clave en el crecimiento de
los bebés, pues además de contener una alta composición de proteínas, la madre
por ese mecanismo también hace un lazo de compatibilidad con sus hijos, en
donde la leche por ser un fluido que se deriva de la sangre de la madre
comparte información genética con su bebé. Fue entonces esa la razón que hizo
de Bolívar un hombre batallador contra las fuerzas colonizadoras en aquella
época.
Además de todo Bolívar transmitió
el contacto que tuvo con el Dios de Colombia en “su delirio del Chimborazo”
cuando nos dice: “De
repente se me presenta el Tiempo bajo el semblante venerable de un viejo
cargado con los despojos de las edades: ceñudo, inclinado, calvo, rizada la
tez, una hoz en la mano… "Yo soy el padre de los siglos, soy el arcano de
la fama y del secreto, mi madre fue la Eternidad; los límites de mi imperio los
señala el Infinito; no hay sepulcro para mí, porque soy más poderoso que la
Muerte; miro lo pasado, miro lo futuro, y por mis manos pasa lo presente. ¿Por
qué te envaneces, niño o viejo, hombre o héroe? ¿Crees que es algo tu Universo?
¿Que levantaros sobre un átomo de la creación, es elevaros? ¿Pensáis que los
instantes que llamáis siglos pueden servir de medida a mis arcanos? ¿Imagináis
que habéis visto la Santa Verdad? ¿Suponéis locamente que vuestras acciones
tienen algún precio a mis ojos? Todo es menos que un punto a la presencia del
Infinito que es mi hermano". Palabras que denotan la eternidad
de nuestro origen, eternidad que hemos perdido por la cotidianidad de nuestros
días, en donde creemos que los lujos, el dinero y las excentricidades
materiales llenarán los vacíos internos que tenemos; acaso…, cuánto dinero vale,
llegar al cielo?, ¿Qué le podemos dar al creador de los universos para que
seamos salvos? Si, él lo creo TODO… ¿Podremos acaso creernos superiores ante
otras personas, por un título universitario, dinero o algún conocimiento? Todo es menos
que un punto a la presencia del Infinito que es mi hermano…
“Tengo fuerzas para soportar ésta, y mil
muertes más” dijo Policarpa Salavarrieta, expresión célebre que nos
invita a no tenerle miedo a la muerte, sí comprendemos que ésta es darle muerte
a nuestros, vicios, apegos, vanidades, odios, rencores, ego, soberbia,
depresiones, a nuestros pensamientos materiales y lujuriosos que nos embrutecen
cada día más, si logramos acabar con todo eso que nos atrasa, lograremos de
nuevo la condición que nos refiere Bolívar cuando dijo: “como se disipan las tinieblas delante de los rayos del Sol” volvamos
a ser esa luz para este mundo de tinieblas, volvamos a reconocer nuestro
origen, sintamos ese deseo que corre por nuestra sangre de vivir en un mundo
mejor, afinemos ese sentir, comprendamos nuestro verdadero propósito de vida y
activemos la voluntad que llevó a los hombres del ayer a librar batallas que
nos dieran en aquella época la independencia, de esa forma lograremos reactivar
nuevamente esa ESTIRPE ESPIRITUAL LATINOAMERICANA…
JUAN MANUEL POMBO CAMPO
Magestuoso, Magistral.
ResponderBorrarExcelente
ResponderBorrarQue maravilloso escrito Juan Manuel Pombo Campo.
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