11 de febrero de 2017

¡Pasión por la formación! (3)


Si en el anterior artículo conversamos sobre la necesidad de problematizar y emplear un estilo popular, ahora conversaremos sobre dos pedagogías que también te ayudarán mucho en la labor de formación.
  • Pedagogía humorística
La mejor señal de que la gente está aprendiendo en un taller es verles reír, lo formativo, desafortunadamente, se asocia a lo aburrido. Igual sucede con lo educativo.

En nuestras capacitaciones tenemos que huir del tono sermonero, de esas charlas aburridas sin sal ni picante, de esos conceptos abstractos y lejanos que no estimulan la imaginación.
Sin llegar a convertir el taller en un circo, debemos hacer malabares con las palabras, buscar que la gente se relaje usando el humor.
No hace falta ser un buen contador de chistes, es suficiente con narrar, contar anécdotas, hechos divertidos, reírse de las pequeñas situaciones que ocurren en el mismo taller. Usa también metáforas, acrósticos, relaciona los procesos con ejemplos familiares de cómo preparar un plato de comida… ¡inventa!
Un concepto será más difícil de recordar si lo definimos que si usamos una historieta o algo divertido para compartirlo.
Nuestros mejores formadores han sido siempre nuestras abuelas y abuelos que, con una amplia sonrisa en sus labios, nos contaron historias que hasta ahora recordamos. ¡Aprendamos de ellos!
Diviértete dando el taller. Si quien conduce no se divierte, difícilmente la pasarán bien los participantes. Y si no la pasan bien, no habrá buen aprendizaje.
  • Pedagogía flexible
La rutina es mala consejera en amores y en talleres. Por eso, cuando vayas a dar un nuevo taller no te confíes en lo que preparaste en el taller anterior.

Hay que inventar. Hay que desafiar la imaginación frente a cada nuevo reto pedagógico. No repitas en ningún taller la misma metodología porque cada grupo es diferente.

Los modelos formativos de hoy no serán los de mañana. Lo que nos sirve en un taller en Bogotá es imposible que funcione con los alborotados dominicanos.
La formación y, sobre todo, las metodologías para enseñar, deben estar en constante evolución. Cualidad fundamental para quien enseña es la flexibilidad, porque no es el grupo quien tiene que adaptarse al conductor del taller, sino al revés.
Aunque tengas una estructura de los contenidos y ejercicios que vas a desarrollar, revísala siempre ante un nuevo grupo. Es más, la noche del primer día debes reformularla en función de las personas concretas con las que vas a trabajar.
Incluso sobre la marcha tendrás que cambiar la dinámica de la capacitación. Hay que estar muy pendientes y saber leer las señales que nos manda el grupo.

Más tips pedagógicos en el siguiente artículo… ¡y serás un formador o una capacitadora con mucha pasión!

No hay comentarios.:

Publicar un comentario